DISFRUTANDO DE LA VIDA

 

 

 

 

 

 

Hace varios años descubrí el placer de trotar. Si bien a veces la disciplina falla y alguna semana pasa sin haber podido practicar, desde el primer momento supe que me sentía bien después de trotar, más activo que de costumbre, dispuesto al trabajo y con la satisfacción de la meta cumplida.

 

Esta afición vino gracias a mi padre. Después de verlo sufrir durante su cuarta década por el sobrepeso y cierto sedentarismo, en su quinta década experimentó una hermosa transformación que hoy por hoy lo lleva a correr maratones y a competir en aguas abiertas (en la casa apostamos que será un triatleta de tercera edad). Para él, correr es una meditación en movimiento. No le gusta correr escuchando música, más allá de la que le proporciona su cuerpo. Y debo aclarar que es un melómano empedernido.

A mí, sin embargo, la música siempre me ayudó. Encontré que un tema musical adecuado (alegre o energizante) puede ser una fuente multiplicadora de energía. Y estudios científicos han comprobado que entrenar escuchando música puede traer beneficios para el corazón mientras corremos.

Encontraron que ejercitarse por 30 minutos mientras se escuchaba música alegre rendía más resultados en términos de salud arterial que ejercitarse en silencio. Así, llegaron a la conclusión de que esta actividad aumenta la función endotélica, relacionada con la secreción de óxido nítrico que resulta en la relajación de los vasos arteriales. Esto, sumado a la secreción de endorfinas, no trae sino buenos resultados para nuestro sistema cardiovascular. Además, claro está, se ha comprobado que la música libera del estrés, y tiene beneficios increíbles para nuestro cerebro.

Y ¿cuál es la música alegre? Eso debe decidirlo cada quién. Seguro cada cual tiene su propia lista. Hoy propongo algunos temas que pueden añadirse que, sin distingo de idiomas, nos pueden llevar a estados mentales de felicidad (relajada o eufórica) mientras corremos:

“La música es para el alma lo que la gimnasia para el cuerpo”, dijo Platón.